Yolanda González Huergo

Yolanda González Huergo, el González  viene de mi padre, nacido en La Felguera, y el Huergo de mi madre, de Siero. Como tanta gente en aquel tiempo, mi padre y mi madre vinieron a buscarse la vida a Xixón, donde nací yo en mayo de 1971.

Pasé la infancia entre el poblado de Roces, donde estaba y está la casa de mi padre y mi madre -aunque mi padre falleció muy joven, hace ya veinte años-, y la casa de mi abuelo y mi abuela en Argüelles (Siero). Unos abuelos que me marcaron muchos y a quienes les debo una buena parte de lo que soy.  Esas vivencias en Roces y Argüelles me permitieron conocer dos maneras de ver la vida y ser muy consciente de dónde viene mi familia y mi gente. Una experiencia, la de tener un pie en la ciudad y otra en el pueblo, que es muy común a la gente de mi generación.

Así, crecí en un barrio periférico de la ciudad de Xixón de trabajadores del sector industrial que estaba viviendo una reconversión salvaje. Un barrio que todavía en aquel momento estaba rodeado de prados y donde los niños y las niñas podíamos correr por las calles, algunas sin asfaltar. A la vez, pasé mucho tiempo también en una aldea pequeña dedicada principalmente a la ganadería y la agricultura, donde todo el mundo se conocía y donde tuve ocasión de aprender de primera mano lo dura que es la vida en el campo. Cada uno de los dos sitios valió para jugar, estudiar, conocer o, simplemente, estar.

Estoy casada y, aunque sin hijos, tengo una familia cercana muy extensa que es muy importante para mi, empezando por mi hermano, con el que tengo una relación muy buena. Además, tengo esa otra familia que es un buen número de amigos y amigas que también hacen red y familia y con quienes comparto todo el tiempo que puedo.

Creo que fui buena estudiante o, por lo menos, eso decían las notas. Siempre se me dieron bien las asignaturas de letras y siempre se me atravesaron las matemáticas, lo que descartó una buena parte de opciones a la hora de dedicarme profesionalmente a según qué cosas.

Aunque de pequeña, como a tantas, me llamaba la aventura y quería ser arqueóloga, cuando acabé el Bachillerato me matriculé en Derecho en la Universidad de Uviéu. Terminé la carrera sin muchas dificultades y, sin tener muy claro lo que quería hacer con mi vida, empecé a preparar oposiciones. Creo que esas dudas venían porque fueron años muy movidos en lo personal y en los que buscaba cosas con las que definirme, realizarme y hacer algo por este mundo. Como consecuencia de esto, en aquel tiempo empecé a colaborar con Amnistía Internacional, organización en la que participé activamente durante muchos años y de la que sigo siendo socia a día de hoy.

Estando tan presente como estaba en mi casa la lengua asturiana, fue también un paso natural entrar a militar en el movimiento de reivindicación lingüística al ver, en directo y paulatinamente, cómo se iba perdiendo algo que es único en el mundo, nuestro idioma. Así que, unos años después, empecé a participar activamente en la  Xunta Pola Defensa de la Llingua Asturiana.

Un poco más tarde, a finales de los 90, decidí dar un paso más y entrar en política. En Asturies ya era evidente que estábamos instalados en una crisis permanente o, lo que es peor, en un conformismo paralizante que, a mi parecer, tenía base en no creer en sí misma, en no poner por delante una idea de Asturies que se sienta orgullosa de quién es y de su sitio en el mundo. Con ese convencimiento y esa preocupación entré en Izquierda Asturiana (IAS) hasta llegar a Compromisu por Asturies, siempre en el marco de lo que se viene conociendo como asturianismo político.

Despues de unos cuantos años centrada en la preparación de oposiciones, en el año 2004 me convierto en funcionaria de carrera del Ayuntamiento de Siero. La práctica totalidad de mi vida laboral se viene centrando en el ámbito del Urbanismo y actualmente soy jefa de Planeamiento Urbanístico del Ayuntamiento de Siero.

De todas maneras, también me gusta acordarme de que antes trabajé como interina en el Ayuntamiento de Xixón en puestos diferentes, tanto de subalterna como de técnica de administración general.

Hablo tres idiomas, asturiano, castellano e inglés. Siempre busco huecos para la lectura, una de mis grandes aficiones que tiene que competir con el gusto por ver series y películas. También tengo que reconocer una pequeña pero intensa relación reciente con la Play que permite despresurizar mucho.

Además de esto, para disfrutar de esa red de amigos y amigas de la que hablaba antes, me encanta compartir conversación, discusiones, bromas, plato y una botella de sidra en uno de esos locales de los que hay en abundancia en nuestra ciudad. Y el plan mejora todavía más si es después de algún concierto de las bandas que más me gustan, desde grupos locales como Herr Manos o Buen Suceso, hasta Felpeyu, Llan de Cubel, L-R, Dixebra y, cómo no, mi querido Manolo García.